Aquelarre siniestro,
vuela entre misiles y pólvora.
Pirámides con cúspides rojinegras
miran la cara de mil niños asustados.
Un sino sepulcral pregunta mil veces por qué.
Mi alma desnuda de respuestas implora al Creador.
Negros, los pájaros, descienden a la nada.
Negros, los hombres, sellan sus labios.
Las semillas no germinan,
los árboles lloran,
la letanía se agiganta
en mi garganta que gime.
Las hojas del calendario,
húmedas de sangre, corren locas de espanto.
Los ojos del universo
son globos infectos que corroen insectos.
Abro mis brazos,
muerdo el vacío,
niego la razón que la guerra no comprende.
Dentro mío, oigo sirenas insondables.
Tapo mis oídos y lloro.
Lloro
NORA MEDBEDIOFF
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