INJUSTICIA por DORA GALIN
Carita de Niño
Mirada profunda,
Sus ojos preguntan….
¿ Sus ojos, qué buscan?
Niñez que adolece
De todo derecho,
La infancia truncada
Sin vida, sin nada.
Mi cuerpo se agita,
Un grito me espanta
¡Qué hacemos,
adultos!
Trabajemos juntos
Que los niños sonrían
Que el alimento no
les falte,
Que tengan juguetes,
Que tengan espacio.
Busquemos
conciencias,
Busquemos reclamos.
Derechos que tienen
Los niños del mundo.
DORA GALIN
COMPARANDO por LEONARDO SLUTSKY
Rubio con rulitos
Pelo lacio despeinado
Ojos de rabieta
Mirada de esperanza
Mejilla rubicunda
Rostro con barro
Un croissant mordisqueado
Un pan duro
Cuidadora atenta
Solo en su soledad
Piso dieciocho frente al Rosedal
Rancho lindando el Riachuelo
¿Qué senderos transitarán?
Leonardo Slutzky
OJOS ABANDONADOS por ELENA RUBINS
Ojos grandes,
Ojos negros,
Ojos tristes,
Ojos que me piden,
Ojos de niño abandonado.
Ojos que en su inocencia,
Acusan al mundo
Su desamparo.
¡No saben a qué mundo miran!
ELENA RUBINS
¡Alguien tiene que empezar! por CLARA KIRZNER
El crudo invierno de agosto me
encontró paseando por el norte del país, exactamente en Jujuy. Hermoso paisaje
con sus montañas coloridas adornando el lugar. El sonido del viento, el trinar
de los pájaros, la soledad reinante, me detuvieron. Me senté al borde del
camino y pensé en aquel niñito que acababa de ver un poco más atrás, por el camino
de tierra que venía transitando. Co0n sus ojitos grandotes y su ropa
desgarrada, descalzo, masticando un trozo de pan. Ajeno de todo lo que se veía
su alrededor. Basural. Pero él jugueteando con una piedrita que encontró. Y me
dije: “¡Qué suerte que aún no percibe su abandono!, ¿Qué será de este niño a
través del tiempo?” Me juré que cuando llegue a Buenos Aires, trataré de
ocuparme del problema por esta imagen que seguramente alberga montones más.
¡Juventud perdida, futuro incierto! ¡Alguien tiene que empezar! ¡Dios me ayude
a conseguir el objetivo!
RIMA RIMA por NORA MEDBEDIOFF
Los habitantes
andinos, nuestros pueblos originarios, coyas, quichuas, aymaras, están imbuídos
del centro brillante del inca. Dios puso en su camino una flor para solaz y
consuelo de su pobreza: la Flor que
habla o Rima-rima que se asoma a 4.500 m de altura. A ella está dedicado este
poema.
Dime con tus
labios, bonita,
en qué
escalón del aire
te abres
loca de alegría.
Prendedor
andino,
Mariquita
trepadora y caprichosa,
háblame con
el perfume claro,
susúrrame
con qué palabras naces,
cierta y
rosa.
Muestra tu
matriz encantada
en bellos
matices de hiedra y Puna.
Pistilos
amarillos cuajados de polen
compilan la
vulva tibia y húmeda.
Verde, te
abres y cierras presurosa
porque la
magia toca fin
con la luz
del día.
NORA
MEDBEDIOFF
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