¿Qué hago yo en
un ballet? Rockero distraído, misántropo arrepentido, soy yo; ni que me gustara
la opulencia, ni que fuera yo elegante; yo trozo de flor marchita, resto de
fiesta y pelea. Si no fuera por él yo no estaría aquí aplaudiéndole la danza a
las flaquísimas muchachitas que se bambolean con un sentido tan lejano a mi
desorden ¿Si no fuera por él estaría yo vivo? Será esto el impuesto a la
vigilia de la que gozo hoy ¡Já! Ya no sé si prefiero estar dormido o despierto…
¡Están famélicas, lo sé! A mí no me engañan con sus saltos entusiastas, están
famélicas y yo también ¿Por qué no hay sobre las tablas una forma más afín a la
mía? ¿Será que sólo me gusta porque me veo en él calcado? ¿Seré tan egocéntrico? ¿Seré
misógino? No, no creo ni importa. Yo también puedo saltar así sin importar el
hambre, quizá no tan elegantemente, ni compartiendo un tempo, pero puedo saltar
alto, tan alto como es alta mi hambre ¿Por qué no hay un muchachón fornido que
las levante? Parecen pedirlo con sus reverencias tan delicadas y calculadas ¿O lo
estoy pidiendo yo? Quién me va a levantar con lo pesado que me ha vuelto esta
larga vigilia… A mí me gustan las formas compactas, fuertes, que incentiven el
reto, la disputa, el juego y, estas muchachitas se quiebran por la cintura de
lo flacas y del hambre. Él me mira y sonríe, él sabe que soy un tosco, un
abstraído, un rudo amansado, un lance furioso pero en pausa, una pausa que
delimita el contorno de su sonrisa… ¡Qué más da! No me queda nada sino saltar y
caer, y volver a saltar.
ANDRÉS ORDÓÑEZ
Sugestivo texto que da pie a varias interpretaciones, me gusta el desafío, pero me reservo la mía jajaja
ResponderEliminarEs un diálogo interior o el "fluir de la conciencia" de un mozo de ballet que entra en contradicciones tanto a ellas como hacia él mismo. Así es el "fluir de la conciencia"...
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