¡Qué bonita sensación, mis pies oscuros hundiéndose en las matas de pasto sonoro, oloroso e infinito!
La música acompasada llegaba hasta nosotros con su soncorocosongo, haciendo hamacar las
caderas.
Lenguas umbrosas blandían las polleras ora rojas,
ora doradas.
Era la hora del placer profundo de la selva cautiva.
Era el cenit caprichoso de las esclavas liberadas.
Los labios carnosos y risueños pronunciaban oraciones
de gracias y sorpresa.
Brazos macizos y brillosos esperaban encerrar amores
traviesos.
Destellos de ensueño guardando muslos anhelantes.
De pronto creció el compás y se abrió la presencia varonil ansiada,
tomando la flor blanca hasta la cuenca virginal.
NORA MEDBEDIOFF
No hay comentarios:
Publicar un comentario