El cielo cubierto de densas nubes espumosas, amenazaba la corriente traslúcida que el aire desparramaba sobre las frondosas hojas de los árboles, opacando la blancura de la paloma que habitaba en ellos.
Más
abajo, rozando las raíces de vegetación diversa, con verdes brillantes
salpicados de rocío, un lobo, husmeando a su alrededor, comenzó a olfatear el
suelo, a frotar con sus patas, la tierra húmeda y las hierbas perfumadas, más
los pétalos de flores dulzonas como la miel, que le iban despertando su apetito
ya demorado, como caníbal en tiempos de abstinencia.
Recorrió
agazapado el lugar, arrancando raíces tiernas y pequeñas ramas que se brindaban
a sus garras y crujían entre los dientes de su bocaza, y que al devorarlos con
fruición, aplacaban su estómago voraz. Echóse para atrás, algo satisfecho, a
tomar un respiro y seguir en la búsqueda. Su vista alcanzó a divisar a la
pequeña paloma, que ya había perdido su inmaculada blancura, teñida por el gris
intenso del viento que se tornaba huracanado, haciendo balancear a la trémula
ave, ya herida en sus suaves alas como abanicos cerrados.
Inmóvil,
sin fuerzas, se dejó caer, no podía luchar más.
De pronto,
un rugido estremecedor, muy cerca de ella, envuelto en una bocanada de aire
denso, maloliente, le dio un vuelco, arrastrando su pequeño cuerpito desfallecido.
Oh!,
el lobo tenía a su presa muy cerca, yacía en un hueco pequeño, en que las gotas
demoradas de la lluvia, habían hundido la tierra. Las garras del animal se metieron
en el pozo oscuro, lleno de hojas marchitas, amontonadas, resbaladizas, y a
medida que las sacaba para devorarlas, el cuerpo del lobo se metía más profundo.
De
pronto, un desprendimiento de tierra mojada, acumulada con restos de pedregullo
y ramas, lo fue hundiendo hasta dejarlo completamente tapado.
Mientras,
la paloma quieta, inerte, no sabía lo que estaba sucediendo.
El
agua cesó, las nubes se aclararon pasando por un hermoso arco iris. El calor
del sol, que irradiaba sus rayos como palas salvadoras, secó su cuerpo y sus alas,
hasta que fue recobrándose de a poco, y pudo levantar vuelo.
DORA GALÍN
DORA GALÍN
Muy linda la historia! Da para seguir: que le paso al lobo? Hacia donde volo la paloma?
ResponderEliminarGracias, lástima que no firmó el comentario, se lo transmitiré a Dora. Un saludo... Any Carmona
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